Fuente: Ladislao Javier Moñino (Público)
"Creer en nuestra identidad cuando jugamos fuera". Este es el primer punto de una lista de diez que presiden la sala donde los jugadores de la cantera del Villarreal reciben las charlas técnicas de sus entrenadores. Cuando escuchan identidad todos los chicos saben que esa es la palabra que resume el ascenso meteórico de la entidad desde el fútbol áspero de los campos de tierra de la Tercera División al escaparate de la Liga de Campeones. Una utopía en un pasado no muy lejano, 15 años, transformada en realidad desde el buen trato al balón. Esa es la marca Villarreal.
El estilo marcado y el reconocimiento de una manera de jugar sin perder de vista la pelota es el orgullo de todos los trabajadores del club. Desde el presidente, Fernando Roig, hasta el utillero de los benjamines están convencidos de que el camino elegido tiene tanto de romántico como de utilitario. Esa homogeneidad en la idea a plasmar, que ha revertido en prestigio y en un estigma inconfundible, se palpa en los 70.000 metros cuadrados que ocupa la Ciudad Deportiva. Bien el presidente Fernando Roig; el consejero delegado, José Manuel Llaneza; el secretario técnico, Paquito, o el padre que lleva al hijo al entrenamiento saben que ese es el mayor orgullo y activo del club. Nueve campos de fútbol en perfecto estado que acogen a más de 800 canteranos a los que desde la hierba, sintética o natural, se les inculca una manera de jugar que repele la especulación y los malos modos.
"Si se observa cómo entrena el primer equipo, se sabrá cómo se entrenan todos, desde benjamines hasta el Villarreal B. Los métodos de entrenamiento, siempre con el balón como referencia, se impusieron hace 10 años independientemente de los entrenadores del primer equipo. Antonio Cabello, preparador físico de la primera plantilla, los impuso y han sido aceptados por todos los técnicos. También han servido para formar a entrenadores jóvenes. Aquí se enseña a futbolistas y técnicos jóvenes", dice orgulloso Luis Arnau, coordinador deportivo del club.
Mejor o peor, con éxitos o sin ellos, el estilo Villarreal existe, como existe el estilo Barça, parido a la sombra de Cruyff. No es fácil tomar por una propuesta futbolística y convertirla en una bandera. Sólo desde ese apiñamiento ciego en torno a la idea suprema se puede lograr.
El Real Madrid, por ejemplo, carece de un sello inconfundible. En 20 años han pasado 20 entrenadores que han sido incapaces de vertebrar un patrón de juego que interpreten todos y cada uno de los equipos de la cantera. Ha habido intentos con Valdano, con Benito Floro y con Del Bosque, pero sus proyectos se acabaron cuando dejaron el banquillo del primer equipo.
En estos últimos años, el Madrid ha fabricado grandes jugadores, pero no una identidad que vaya más allá de esa mística de no dar nunca un partido perdido. "Este club apuesta por un fútbol atractivo. En casa, todo es más fácil, pero fuera de nuestro estadio las dudas pueden aparecer. Por eso ese punto del tablón remarca la creencia en el estilo cuando salimos a jugar fuera", dice Alejandro López Ufarte, entrenador del Villarreal B y hermano del mítico ex jugador de la Real Sociedad.
Todavía en pantalón corto en el hall de la residencia, el otro gran activo del club, López Ufarte, saluda a cada uno de los aspirantes a futbolistas profesional que se dirige a las habitaciones situadas en las dos plantas superiores. En esa entrada principal aún se permiten los ecos de los jugadores del primer equipo que salen recién duchados del vestuario, de aficionados que se acercan a la recepción para recoger entradas o de periodistas que buscan al protagonista de turno. Superado ese habitáculo y atacado el primer escalón que lleva hasta las habitaciones y las salas de estudio de la residencia, el silencio es sepulcral. 90 jugadores entre 14 y 18 años están al cargo de José Ramón Villalba.
Chus Evia, ex jugador del Juvenil A de Real Madrid, da unas buenas tardes solemnes y respetuosas. Mediapunta técnico, esta promesa ha preferido Villarreal a Valdebebas. Su elección es sintomática y a la vez más común, según ha ido creciendo el Villarreal, igual que sea el club que más internacionales aporta a las selecciones nacionales. Hay chicos y padres que en el último lustro no se han dejado deslumbrar por la historia de Madrid y Barça y han elegido la normalidad y las garantías de formación humana y futbolística que ofrece el Villarreal.
"El Villarreal ofrece unas condiciones muy buenas de estudios y deportivas. Eso nos convierte en un club muy interesante para los chavales y para los padres. Sabemos que la referencia principal es el fútbol y que eso lo condiciona todo, pero sólo es el principio sobre el que se analiza al chico como persona", argumenta Villalba. "Nuestro psicólogo no está en un despacho esperando a que le llegue un chico y le cuente un problema. Cada día ve todos los entrenamientos de las categorías inferiores y analiza cómo reacciona un chico ante una suplencia prolongada o una etapa de éxito", prosigue el director, que no ve en la prohibición de llevar pendiente en la residencia un "prejuicio ni un principio", sino una manera de atajar posibles vedetismos tempranos y actitudes de estrellas caprichosas: "Fuera de aquí lo pueden llevar y no les decimos nada".
"Toda la cantera nos cuesta cuatro millones al año, pero se amortizan. La cantera es el alma de este club, su razón de ser", expresa henchido Llaneza. "Somos una ciudad de 40.000 habitantes, por lo que nuestro radio de acción para reclutar jugadores de la zona es limitado. Tenemos una red de ojeadores por toda España, Portugal y Suramérica. Hay brasileños, cameruneses, argentinos y chicos de toda la geografía nacional en la residencia. Buscamos un perfil de jugador que sea inteligente, que comprenda el juego y que esté dotado técnicamente. Un central nuestro tiene que saber jugar el balón y ser inteligente, es nuestro sello y estilo", concluye Arnau. Cazorla, Font, Bruno, Jonathan Pereira, Arzo o Jordi Pablo, uno de los canteranos que apunta más alto, están marcados por ese sello. La marca diferenciadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario