martes, 4 de noviembre de 2008

Los 'niños de la guerra' dejan las armas por el fútbol en Ruanda

Hace 14 años se vivió en Ruanda uno de los genocidios más sangrientos de la época moderna. Este pequeño país del centro de África, de apenas 8 millones de habitantes, saltó a la primera plana mundial por el enfrentamiento entre sus dos etnias mayoritarias, hutus y tutsis, que concluyó con un exterminio brutal de unos a otros, dos millones de personas malviviendo en el campo de refugiados de Goma, en la frontera con el Congo, y más de 800.000 muertos, algunos de ellos asesinados de manera abovinablemente violenta y desaforada. Poco tiempo ha pasado desde entonces, pero unos y otros se tratan de sacudir ese pestilente pasado cercano y lo hacen arrimándose, por ejemplo, al fútbol. La federación ruandesa y el gobierno del país se han concienciado en fomentar este deporte entre los chicos más jóvenes, la mejor manera posible de sacarles de la violencia de las calles y de la rutina de convivir con las armas, algo que por desgracia se convirtió en un hábito en la primavera del 94 para estos niños de la guerra.

Colonia belga hasta 1962, Ruanda siempre ha tenido mucha afición por el deporte rey. Sin embargo, su única participación importante se produjo en la Copa de África de Túnez, en 2004, cuya clasificación fue celebrada como una auténtica gesta nacional. Ni un éxito más. Ninguna otra aparición relevante que destacar. El objetivo ahora es cambiar esa dinámica. El balón y las porterías quieren sustituir a las balas y a las armas en el quehacer diario de los niños ruandeses. El reto merece la pena y, afortunadamente, los resultados están llegando. Una jovencísima selección absoluta pelea por clasificarse para el Mundial de Suráfrica y ya se encuentra en la última fase, en la que el vencedor de su grupo (Argelia, Egipto, Zambia y Ruanda) obtendrá el billete. Tan sólo el mero hecho de estar vivo a estás alturas de competición y ante las grandes potencias de África es un logro mayúsculo para un país que perdió el 11% de su población tras el genocidio.

Pero el trabajo continúa en la propia cantera, para lo que se contrató al técnico alemán Michael Weiss. La insistencia de la federación en mejorar el fútbol desde la propia base se tradujo también en el interés por organizar el campeonato de Africa Sub-20, lo cual le fue concedido como prueba de que se confía en el desarrollo de esta nación. Del 18 de enero al 1 de febrero del próximo año se cristalizará este cada vez más prestigioso torneo en tierras ruandesas. Su combinado Sub-20 lleva tiempo preparándose para la cita y confía en exponer sobre el campo y ante los mejores países del continente la enorme ilusión depositada en las nuevas generaciones de jugadores, algunos de los cuales ya llaman a las puertas de Europa.

También los más pequeños de la Sub-17, de la mano una vez más de Weiss, están rindiendo a un nivel que está sorprendiendo a más de uno y se encuentran a un solo paso de clasificarse para el Africano Sub-17 que se jugará en marzo del próximo año en Argelia. Sólo una eliminatoria a ida y vuelta (8 y 22 de noviembre) contra Burkina Faso les separa de la gran cita de 2009. La oportunidad es muy buena y por ello el técnico alemán ha concentrado a sus jugadores durante dos semanas en tierras germanas con el objetivo de seguir mejorando. Eso se ha visto en un par de enfrentamientos ante equipos juveniles del nivel del Eintracht de Frankfurt en los que Ruanda sólo fue derrotado por la mínima. Un listón deportivo complicado, el de reflotar el fútbol ruandés, pero una esperanza humana mucho mayor, el de hacer olvidar al país y a sus niños del brutal recuerdo del terror de la guerra. El fútbol, está claro, también gana batallas.

1 comentario:

Aro dijo...

Por cierto, el líder de la liga ruandesa se llama Atraco F.C. Para que luego se hable aquí del 'villarato'...