Nigeria, actual campeón africano y del mundo Sub-17, es un vivero de grandes futbolistas y una de las mayores potencias del planeta en cuanto a categorías inferiores se refiere. Su título frente a España en la pasada edición del Mundial Sub-17, celebrado en Corea, así lo atestiguó. Y por ello es considerado el máximo favorito para revalidar el título en la siguiente cita, que además se jugará en suelo nigeriano en un torneo que dará comienzo a mediados de octubre de 2009 y en el que tiene una plaza asegurada como anfitrión.
Pues bien, a un año de que arranque dicha competición y con las enormes esperanzas que habían puesto los aficionados en confeccionar otro equipo ganador, las sensaciones no pueden ser más catastróficas. En la primera ocasión en la que los aguiluchos de oro, como se les denomina, han competido a nivel oficial esta temporada han caído con estrépito ante la modesta Benin. Ha sido en la fase de clasificación para el Campeonato Africano Sub-17, que se jugará en Argelia en marzo del próximo año, y del cual los nigerianos han quedado eliminados contra pronóstico y como sorpresa mayúscula, pues defendían título. Sobre todo tras el encuentro de ida, en el que Nigeria batió por 2-0 a su rival, lo que hizo presagiar una vuelta más cómoda. Pero todo lo contrario. En lo que ha sido bautizado como La tragedia de Cotonou, Benín apabulló por 3-0 a los nigerianos y sembró de dudas a todo un país que prepara la cita mundialista de 2009.
Las reacciones a semejante varapalo no se han hecho esperar. El presidente de la Federación Nigeriana, Ibrahim Galadima, reunió ayer al cuerpo técnico al completo de las categorías inferiores para ver cuáles han sido los motivos de esta sorprendente eliminación. En dicha cita también estuvo, por supuesto, el entrenador de la Sub-17, Alphonsus Dike. Su nombre, por cierto, ha empezado a ser cuestionado por exjugadores y hasta por varios dirigentes de la Federación, que no entienden por qué Dike se hizo con el banquillo tras el fatal fallecimiento de Yemi Tella, anterior técnico, y no fue el ayudante de éste último, Benedict Iroha, el que asumió el relevo. En la mente de todos está el pobre papel de los nigerianos en su última experiencia como anfitriones, el Mundial Sub-20 de 1999 que acabó ganando España.
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